El agua es uno de los componentes más importantes para su salud – el cuerpo está constituido en aproximadamente un 99% de agua. Está ampliamente comprobado que la falta de consumo de agua representa un serio peligro para la salud. Problemas tales como estreñimiento, presión arterial alta, diabetes y obesidad son causados en parte por falta de agua. De la misma forma, si no consumimos suficiente agua, lo notaremos en la resequedad de la piel y la boca, mal aliento (halitosis por deshidratación), cansancio y hasta acidez estomacal. Así de importante es el agua para nuestro bienestar general. Muchas veces vamos al médico para resolver problemas de salud cuando lo que verdaderamente necesitamos es consumir más agua. Una medida de referencia para que estemos seguros de que estamos tomando la cantidad de agua necesaria para las funciones adecuadas de nuestro cuerpo consiste en dividir el peso de nuestro cuerpo en libras entre 16, el resultado sería la cantidad de vasos de 8 onzas de agua al día. Cuando es en kilos, se divide entre 7 y el resultado sería la cantidad de vasos de 250 ml. de agua al día.
Usualmente conocemos el agua en tres fases: sólida (hielo), líquida (como la que consumimos comúnmente del grifo) y gaseosa (vapor de agua). Ahora, se ha descubierto mediante estudios científicos recientes que existe una cuarta fase del agua. Esta cuarta fase se conoce como “agua viva”. Según los estudios llevados a cabo a este respecto, se ha comprobado que el agua puede almacenar energía en forma de carga negativa (electrones), algo muy parecido a una batería, y también puede suministrar energía. De acuerdo a esta nueva información, al consumir esta “agua viva” (o agua cargada de electrones), ésta interactúa con los componentes químicos de nuestro cuerpo, haciendo que sea más efectiva para suministrar y distribuir energía a todo el cuerpo que si tomáramos agua regular del grifo.
Una de las mayores sorpresas es que se ha descubierto que el ingrediente clave para crear esta “agua viva” es la luz solar, esto debido a su carga de energía electromagnética compuesta de ondas ultravioleta e infrarroja, las cuales nos rodean todo el tiempo. De éstas, la luz infrarroja es la más poderosa. Por tal razón, lo ideal sería que para recibir todos los beneficios de una agua energizada, se consumiera agua de manantial o de deshielo, las cuales están en contacto directo con los rayos infrarrojos del sol de forma continua. Esto explicaría el “poder curativo milagroso” de algunos lugares sagrados, como la Gruta de Lourdes en Francia y el río Ganges en India. También explica los beneficios a la salud que se logran al tomar un baño de sauna infrarrojo. Igualmente sucede con las Terapias de Luz y Calor, cuyos beneficios son ampliamente conocidos.
Como no siempre hay disponible agua de manantial o deshielo para disfrutar de sus beneficios, hay una forma bastante sencilla de lograr los mismos efectos y que estén más a nuestro alcance. Consiste en llenar envases de cristal transparentes (ya sean botellas, vasos o fuentes) con agua del grifo, taparlos arriba solamente para que no caiga nada dentro del agua y colocar los envases a la luz solar por espacio de unas 5 horas o más, de ser posible. Esto hará que al entrar en contacto con los rayos infrarrojos de la luz solar, el agua se cargue de electrones. Esta carga energética del agua dura por largo tiempo, por lo que una vez terminado el proceso, se puede conservar esta agua en la nevera para ser consumida de forma regular y beneficiarnos a la vez de sus propiedades regenerativas.
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